de la República Argentina
Alfonso Daniel Rodríguez Castelao
De la Galicia emigrada a la Galicia exiliada
En la vida de Castelao, tan polifacética, no podía faltar la emigración y el exilio. De hecho, su infancia se vio marcada por la emigración y los últimos años transcurrieron en el exilio bonaerense, esa suerte de Galicia ideal.
Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao nació en Rianxo el 30 de enero de 1886. Hijo de Mariano Rodríguez Dios y de Joaquina Castelao Genme. En el mismo año de su nacimiento el padre emigró a la Argentina, quedando el niño al cuidado de la madre y de los abuelos maternos. En 1895, en la compañía de su madre, Castelao emigró a la Argentina para reunirse con su padre, instalado con un almacén de comercio (pulpería) en la Pampa. Esta primera estadía argentina duraría de 1895 a 1900. La presencia de la emigración en la infancia de Castelao se reflejó en su obra, un ejemplo son los relatos “O segredo” y “O inglés” incluido en su libro Retrincos (1934).
Tras regresar a Galicia, entre 1900 y 1903 cursó el Bachillerato y el preparatorio de Medicina en Santiago de Compostela. Entre 1903 y 1909 estudió la carrera de Medicina. Por esta época comenzó su actividad artística, vinculada sobre todo a la caricatura. En 1908 y 1909 participó en el II y III Salón de Humoristas en Madrid. Castelao diseñó las cubiertas de los primeros números de Vida Gallega, publicación que comenzó a editarse en 1909. También diseñó algunas capas de libros, caso de Princesa del amor hermoso de Sofía Casanova. En 1909 presentó un óleo en la “Exposición Regional Gallega” que fue premiado con una medalla de oro.
En 1910 se instaló en Madrid con el objetivo de realizar el doctorado, cometido que no realizaría. En la capital del Estado continuó ilustrando libros y colaborando en varias publicaciones. En 1911, de vuelta en Rianxo, comenzó a editar el periódico El Barbero Municipal, órgano del bando conservador-maurista que en Rianxo encabezaba su padre. Otros inspiradores de esta periódico fueron Eduardo Dieste y Ramón Rey Baltar. En 1912 casó con Virginia Pereira, natural de A Estrada. También en 1912 se vincula al movimiento agrarista Acción Gallega liderado por Basilio Álvarez. De la misma manera, en este mismo año realizó su primera exposición individual en Ourense, a la que seguiría otra muestra en el Salón Iturrioz de Madrid. En 1913 dictó su primera conferencia sobre la caricatura en el balneario de Mondariz.
El vínculo de Castelao con el mundo de la emigración se mantendría a través de su colaboración con la prensa de Buenos Aires, colaboró con La Semana Universal (1912) y con Suevia (1916). En 1917, ya instalado en Pontevedra, se adhiere a las Irmandades da Fala y comienza a colaborar con A Nosa Terra. Castelao participó en las sucesivas asambleas nacionalistas. En 1918 aprobó en Madrid unas oposiciones al cuerpo técnico del Instituto Geográfico y Estadístico. En ese mismo año comenzó a colaborar con El Sol de Madrid. En 1920 inauguró en A Coruña la primera exposición del Album Nós. En 1921, pensionao por la Junta de Ampliación de Estudios, realizó un viaje por Francia, Bélgica y Alemania.
En 1922 publicó en la colección Céltiga su novela corta Un ollo de vidrio. Memorias dun esquelete. En 1926 publicó primer libro de Cousas. En 1929, nuevamente pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios, viajó la Bretaña. Con la proclamación de la II República en 1931, Castelao fue elegido diputado en las candidaturas de la Federación Republicana Gallega. En 1934 publicó su novela Os dous de sempre. En este año ingresó en la Real Academia Galega. El gobierno de derechas lo destierra a Badajoz. En 1936 fue nuevamente elegido diputado dentro de las candidaturas de la Frente Popular. La sublevación militar lo sorprende en Madrid, a donde había acudido para hacer entrega del Estatuto gallego a las Cortes. En 1937 publicó en Valencia los álbumes de guerra Galicia Mártir y Atila en Galicia. En 1938 realizó un viaje de propaganda a la URSS, viajando más tarde a Estados Unidos y Cuba. Durante su presencia en la isla caribeña, Castelao participó activamente en las elecciones del Centro Gallego de La Habana. Así, su participación fue decisiva para que la candidatura republicana de Hermandad Gallega se impusiera sobre la candidatra valedora de los sublevados franquistas. En Nueva York publicó su álbum Milicianos.
La derrota republicana lo condenó al exilio, asentándose en Nueva York. En 1950 consiguió viajar a Buenos Aires. En 1941 estrenó en la capital argentina su pieza teatral Os vellos no deben de namorarse. En noviembre de 1944 se constituye en Montevideo el Consello da Galiza, que tuvo a Castelao como primer presidente. En 1945 participó en la reunión de las Cortes de la República en México. En 1946 Castelao fue nombrado ministro del Gobierno encabezado por José Giral, del cual saldría al año siguiente a causa de los enfrentamientos entre las facciones republicanas.
Algunas de las obras publicadas por Castelao en Buenos Aires fueron: Cincuenta hombres por dos pesos (Buenos Aires: Emecé, 1940); Sempre en Galiza (Buenos Aires, Ediciones As Burgas, 1944) o As cruces de pedra na Galiza (Buenos Aires, Nudos, 1949). Por otra parte, Castelao continuó en Buenos Aires con su cometido de ilustrador de libros. Falleció en Buenos Aires el 7 de enero de 1950.
ARMESTO, VICTORIA: Los hijos cautivos de Breogán: el rastro de Castelao en América, Sada: Ediciós do Castro, 1986.
ALONSO FERNÁNDEZ, BIEITO: O exilio de Castelao, Vigo: A Nosa Terra, 2000.
MEJÍA RUIZ, CARMEN: “El exilio de Castelao en Norteamérica: textos y documentos”, en Madrygal, vol. 7 (2000), p. 79-92.
NÚÑEZ SEIXAS, XOSé MANOEL: “Emigración e exilio en Alfonso R. Castelao: da “moura fartura” á “Galiza ideal”, en Estudios Migratorios, núms. 15/16, xuño-decembro 2003, p. 9-48.
NÚÑEZ SEIXAS, XOSé MANOEL / CAGIAO VILA, PILAR: O Exilio galego de 1936, política, sociedade, itinerarios, Sada: Ediciós do Castro, 2007.
La figura de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (Rianxo, 1886 – Buenos Aires, 1950) es bastante bien conocida en Galicia y España en lo relativo a sus facetas como artista, escritor, caricaturista y político nacionalista gallego. Menos conocido es que, además, fue emigrante y exiliado. Por ello, refleja en su andadura vital las facetas de emigrante, retornado de América y de exiliado político, hasta su muerte en Buenos Aires el 7 de enero de 1950. Ello repercutió notablemente en su valoración e interpretación sobre el propio hecho migratorio, y sobre lo que suponía el exilio republicano español y gallego. A diferencia de otros observadores y, posteriormente, de la gran mayoría de los exiliados republicanos en general (con la excepción, probablemente, del pintor Luis Seoane), sus vivencias biográficas impregnaron decisivamente su percepción y su sensibilidad frente a esas cuestiones.
Las reflexiones de Castelao sobre la emigración están dispersas a lo largo de su prosa política hasta su llegada a Buenos Aires en julio de 1940, e incluso continúan con posterioridad a esta fecha. Antes de su exilio (1938), es un tema repetido constantemente en su obra gráfica y literaria, pero apenas abordado en su ensayo. Desde esa fecha, sin embargo, se convierte en un elemento casi omnipresente en su obra. La percepción que Castelao tiene de la realidad de la emigración cambiará progresivamente a lo largo de su vida, de acuerdo con su evolución ideológica, sus experiencias y, en el exilio, los imperativos estratégicos de su proyecto político. Es, en ese sentido, un ejemplo paradigmático de la interpretación cambiante que los propios actores de los procesos migratorios, y también del exilio, elaboran de su propia experiencia, más allá de los tópicos habituales acerca de los procesos psicológicos del exilio, su reflejo literario y el característico sentimiento de nostalgia y alteridad que embargarían la experiencia vital de todo transterrado. E, igualmente, constituye una muestra de cómo, en la propia percepción de esos mismos actores, emigración y exilio distaban de constituir categorías siempre distinguibles y deslindables de forma nítida. Sus límites, por el contrario, resultan más borrosos de lo que a priori se puede pensar. Sobre todo en zonas de alta tradición migratoria, como Galicia, donde muchos exiliados poseyeron una experiencia previa (personal o familiar) como emigrantes, y fueron a refugiarse en América entre sus propios convecinos o connaturales emigrados con anterioridad, siguendo el rastro de cadenas migratorias preexistentes.
En el caso de Castelao, la experiencia como emigrante, siendo un niño de corta edad, precedió en cuarenta años a su periplo como exiliado. A lo largo del primer tercio del siglo XX, el artista y político reflejó en sus cuadros, caricaturas, escritos y discursos opiniones cambiantes sobre el fenómeno migratorio, cuestión que ocupó las energías de buena parte de los pensadores gallegos (y galleguistas) de la época. Y, al iniciar el camino del exilio, buena parte de sus postulados y reflexiones no nacerán sólo de su propia experiencia, sino que tendrán raíces anteriores, y podrán basarse en imágenes y discursos sobre el éxodo forjados en su obra previa, aunque fuese para interpretarlas en un sentido diferente.
La emigración según el Castelao europeo
Mariano Rodríguez Dios, natural de la villa costera de Rianxo (A Coruña), de familia de carpinteros de ribera, había desposado una mujer, Joaquina Castelao Gemme, de posición social más elevada que la suya. A poco de casarse, y de nacer su primer hijo, Alfonso Daniel, Mariano emigró a Argentina para compensar el haber aportado poco dinero al matrimonio. Su mujer contaba con parientes en Rosario, Francisco y Juan Castelao Gemme, emigrados en la década de 1880 y vinculados al negocio de la carpintería, quienes guiaron a Mariano en sus primeros pasos en el nuevo país. Pero Mariano no fue a Rosario, sino que acabó por establecer una pulpería en la Pampa húmeda, como tantos coterráneos suyos, en el sitio denominado La Cruz Colorada, departamento de Bernasconi, provincia de La Pampa. Una vez establecido, llamó junto a él a su mujer y a su hijo, que embarcaron en Vigo en 1896 y permanecieron en Argentina hasta 1900. Aquí nacieron Josefina (1897) y Teresa Rodríguez Castelao (1899), y Alfonso Daniel acudió a la escuela primaria.
El joven Castelao que regresa de la Argentina hacia 1900, tras pasar cuatro años en la pulpería de su padre, en pleno campo pampero, no se diferenciaba en mucho de otros hijos de retornados de éxito que poblaban Galicia. Antes de su posterior conversión al galleguismo, era un típico hijo de indiano gallego de la época. Así lo mostraban sus esfuerzos por hablar castellano en un medio social abrumadoramente gallegófono. No obstante, ya en esta fase pregalleguista se configuran en Castelao una serie de constantes temáticas y de opiniones sobre la emigración, que en buena parte se vinculan a su propia vivencia. Se vislumbran así los siguientes aspectos:
a) Un mal recuerdo de su experiencia americana, patente en sus alusiones literarias a la soledad de la Pampa, a la «moura fartura»1 de la etapa migratoria (Retrincos, 1934), y al sufrimiento del niño Castelao y de su madre en la solitaria e inhóspita pulpería de su padre. E igualmente se aprecia en su descripción tanto del ambiente más bien sórdido de la pulpería, como de su clientela habitual conformada por gauchos pendencieros. Tal vez la odisea como gaucho de Pedriño, uno de los protagonistas de su novela Os dous de sempre (1934) reflejaría la propia experiencia de un Castelao castigado por su padre por no mostrar aptitudes para el comercio.
b) En segundo lugar, aparece ya en esta etapa una aguda consideración caricaturesca de los efectos negativos de la emigración, para lo que un primer blanco será la figura, recurrente tanto en su pintura (cf. el cuadro Regreso del indiano, 1916) como en sus primeras caricaturas, del indiano encopetado, siguiendo los moldes iconográficos preexistentes del género (leontina, reloj, traje blanco, loro, gramófono, mostachos). Pero también asoma en esta época el polo opuesto: el retrato del retornado fracasado, como se pone de manifiesto en sus primeras caricaturas publicadas en La Voz de Galicia de Buenos Aires en 1915; o la soledad del emigrante, que abandona la hartura y alegría de la aldea y se marcha a hurtadillas, mientras sus vecinos celebran la fiesta parroquial: tal es el mensaje transmitido brutalmente por el óleo El Emigrante (1916). No aparece en la obra de Castelao, a diferencia de otros pensadores e intelectuales gallegos, la figura del “americano” como agente regenerador de Galicia, que sí es recurrente en varios observadores de su época. Ni tampoco hace uso de la caricatura del emigrante retornado que se convierte en nuevo cacique —tal vez porque esta última figura se asemejase en exceso a su su propio padre, retornado de éxito que accede a la alcaldía de Rianxo en dos ocasiones (1907-09 y 1924-30).
c) En esta etapa pregalleguista tampoco aparece en Castelao una reflexión cumplida sobre las colectividades gallegas de América como modelo a imitar para Galicia, como motores de la regeneración del país de origen, como ejemplos de organización societaria y articulación colectiva. Reflexiones que eran comunes a buena parte de la opinión pública galaica de su tiempo, y también de la opinión publicada.2 Eso sí, ya en este momento el joven artista abriga la esperanza de triunfar en la meca de cualquier gallego con talento de su época: Buenos Aires. Con ese objetivo, envía sus colaboraciones a varios periódicos porteños y galaico-porteños, y hasta planea una gira artística por la América del Sur.
En 1917, poco tiempo después de la fundación de las Irmandades da Fala3, organización político-cultural que da el salto ideológico desde el regionalismo de raíz decimonónica al nacionalismo gallego, Castelao se suma al nuevo movimiento. En esta etapa va a expresar su opinión sobre la emigración, sobre todo a través de su actividad creativa: la literatura y el arte gráfico, particularmente mediante sus caricaturas. De hecho, un 9,9% de sus dibujos entre 1917 y 1922 tienen por tema el abordaje crítico de la emigración. Proporción que parece decaer un tanto entre 1926 y 1933: sólo 10 (el 2,81%) de las 355 caricaturas que publica en el periódico Faro de Vigo entre esas fechas, y que contribuyeron a hacerlo famoso, se ocupa de la emigración.4
En esos dibujos y caricaturas adquirirá primacía absoluta el motivo del retornado fracasado de la emigración, por el que Castelao muestra gran empatía; esos “americanos” que cuando «veñen probes entran de noite»5 en la casa familiar, y cuyos trazos más negativos acentuará conscientemente.6 Al mismo tiempo denuncia la miseria y las penalidades que sufren los emigrantes en ultramar, los engaños del mito de América y el sufrimento de los parientes que permanecen en Galicia. De ahí que, cuando en los años treinta se cierra momentáneamente la salida migratoria, la respuesta de Castelao sea esperanzadora, como expresa en una caricatura publicada el 28 de agosto de 1932 en Faro de Vigo: ello provocaría que las energías vitales del país se invirtiesen en su regeneración:
—Xa non hai América pra nós. ¿Qué imos facer agora?
—Pois… traballar na nosa terra.7
De modo expresivo y directo, el rianxeiro afirma en su arte que la emigración es un fenómeno de consecuencias negativas para Galicia. ¿Por qué? Básicamente, por las siguientes razones:
a) Se lleva fuera del país a elementos jóvenes, deslumbrados por el falso mito de América, y los devuelve acabados, consumidos física y espiritualmente, sin ánimos para ser útiles a la colectividad. El emigrante fracasado acaba por ser víctima de un destino trágico. Castelao incide de nuevo en el sufrimiento de los emigrantes allende el mar, en su desvinculación con Galicia. Sin embargo, aún mantiene la esperanza de que conserven algo de morriña, de que preserven algún vínculo espiritual y sentimental con su tierra de origen.8 Insiste igualmente en el argumento del emigrante que fracasa en su andadura transoceánica, pero que por lo menos se dio cuenta de cuál era su auténtica patria. El emigrante, por lo tanto, debe volver si quiere hacer algo por Galicia. La metáfora preferida de Castelao en esta etapa parecen ser los ojos del niño que, esperando ver a su padre retornar rico de América, lo encuentran pobre y fracasado (cf. el relato O pai de Migueliño9).
b) Al llevar a América riadas de carne humana, la emigración desgalleguiza el país de origen. Ello supone una insustituible sangría de recursos, al ausentarse hombres jóvenes y espíritus dinámicos. Castelao afirmará claramente en 1931 que las contrapartidas de la emigración no serían suficientes para paliar los prejuicios globales de aquel fenómeno: «la riqueza de unos cuantos indianos más o menos filántropos no puede compensarnos de la tuberculosis que le debemos a la emigración»10. La emigración es para él una “dádiva” sin recompensa posible, pues produce pérdidas «en potencial económico, en enerxía social, en pulo criacionista»11. Las posibilidades económicas de Galicia quedan sin explotar por la falta de capital humano. Con ello, Galicia renunciaba al «progreso colectivo» y se convierte en parásito de los hijos ausentes.12
c) Como consecuencia de esa exportación de carne humana, Galicia perdería la capacidad de hacer cosas colectivamente, de hacer oír su voz. Con ello, también se inhibiría la disposición de sus habitantes para la protesta y la movilización social. El conocido dibujo «En Galiza non se pide. Emígrase» (1919), reproducido más tarde en el álbum Nós, donde se observa a una multitud vuelta de espaldas que se dirige hacia un trasatlántico, sintetiza perfectamente esa idea. La emigración, por consiguiente, era considerada como un factor que favorecía la acomodación silenciosa del pueblo gallego a una situación de sujeción política y económica al poder central y a sus agentes mediadores: los caciques y el clero rural.
d) ¿Cuáles son las soluciones? Castelao todavía no las detalla explícitamente en esta etapa. Pocos proponen entonces seriamente prohibir la emigración, pues ello coartaría un inalienable derecho individual. Optará más bien por el control del flujo, a través de medidas como la prohibición de emigrar a niños, mujeres solas, “seleccionar” la corriente migratoria, el control de los abusos de los agentes de emigración, ganchos y compañías navieras. Pero, sobre todo, Castelao insiste en que el verdadero antídoto contra el éxodo radica en eliminar de raíz las causas que están en el trasfondo de la emigración: la pobreza del país, variable directamente dependiente de su sujeción al centralismo, al dictado de leyes españolas no adecuadas a sus peculiaridades socioeconómicas.
e) En esta época, igualmente, sigue estando ausente en Castelao una reflexión pormenorizada sobre el papel que las colectividades de emigrados podían jugar en el resurgimiento político-cultural de Galicia. Lo que probablemente también tendría que ver con lo que fueron las peculiaridades de su experiencia migratoria individual: en vez de emigrar de la aldea a la metrópoli, él siguió un camino inverso, pues emigró de un pueblo pesquero (Rianxo) a una pulpería en medio de la Pampa. Por consiguiente no conoció el asociacionismo emigrante, ni el tejido comunitario gallego de Buenos Aires, con su prensa, sus espacios de sociabilidad, sus élites inquietas y su multiplicación de proyectos para la regeneración de Galicia. Para Castelao, la emigración apenas tiene alguna contrapartida positiva, ni siquiera las escuelas financiadas por las sociedades de instrucción de los emigrantes en América.
Castelao siguió viendo publicadas sus caricaturas en la prensa gallega de América, que también reprodujo abundantemente fragmentos de su obra literaria. Su éxito profesional como artista y como escritor lo llevó a ser reconocido en algunos círculos literarios y artísticos americanos, sobre todo en Buenos Aires, más allá de las colectividades gallegas. Así, en 1929 expuso sus obras en el Río de la Plata. Pero eso no parece haber operado en él una inyección de esperanza en el potencial interventor sobre la dinámica política de Galicia de las colectividades gallegas de América. Por el contrario, en esta época parece mirar sobre todo a Europa, tanto artística como literaria y políticamente.
f) En esta etapa, tiene continuidad en Castelao una visión tendencialmente negativa de los triunfadores de la emigración. Aquéllos son petulantes, fanfarrones, perjudiciales para el país, desprecian sus tradiciones y su lengua, cantan mentiras acerca de su éxito… Es bastante significativo, por ejemplo, el Pedro de Os dous de sempre [1934] que, al volver de América, se compra un fonógrafo que ni siquiera puede pasar por la aduana, por no tener dinero para pagar los derechos de importación.13 Sólo los que no tenían escrúpulos triunfaban en América.14 Si algunos indianos retornaban con ínfulas de regeneradores y modernizadores de su tierra natal, escribirá en 1935, ello se debía a un sentimentalismo manipulado en beneficio propio, que nada tenía que ver con el auténtico amor a la patria que profesarían los galleguistas.15
Emigración y exilio en el Castelao transterrado (1936-50)
Forzado a exiliarse de Galicia, desde junio de 1936 (primero en la España republicana, y después, desde octubre de 1938, en América), la reflexión de Castelao sobre la emigración va a sufrir una serie de significativas mutaciones, producto tanto de sus viajes y su conocimiento minucioso de las colectividades gallegas radicadas en los EE.UU., Cuba, Brasil, Argentina, Uruguay y Mexico, como de sus experiencias y proyectos políticos. En este sentido, se registran significativos cambios respecto a épocas anteriores:
En lo que se refiere a la consideración de las causas y consecuencias de la emigración, Castelao permanece fiel a sus postulados anteriores: en última instancia, la emigración es un mal para el país. Incluso cuando se dirige a los emigrados y a sus propios correligionarios galleguistas, Castelao sigue aspirando a que en la futura Galicia no haya necesidad de emigrar. Pero sí es cierto que matiza su interpretación de cuáles son las causas de la emigración. Ahora mencionará como factores condicionantes de la misma el espíritu de aventura; pero siempre se mantiene el cordón umbilical con la tierra madre que lleva al emigrante a volver. Los gallegos no emigran más que los españoles por ser más pobres, sino que emigran para volver, salen a gusto «cuando dejan en tierra algo que les duela mucho, algo que los obligue a regresar». Ello le permitía a él mismo sentirse emigrante a la par de exiliado, pues también anhelaba volver y tenía una madre que por él esperaba.16
Igualmente, sobre todo desde 1945, aparecerá en Castelao la consideración de que muchos emigrantes económicos habían sido, en realidad, también exiliados: pues numerosos emigrantes habían llegado a América huyendo del servicio militar, de la Guerra de África; y muchos de ellos seguían siendo legalmente prófugos y sólo podrían volver a Galicia en un régimen de libertad y democracia.17 De este modo, Castelao difuminaba también la frontera, que para otros exiliados era rígida, entre exilio y emigración. Ello le permitía reivindicar ambas condiciones y aspirar al liderazgo de los emigrados con la legitimidad que le daba el haber sido antiguo emigrante.
Además va a adquirir un gran conocimiento del amplio movimiento de solidaridad con la República, que protagonizaron las colectividades gallegas de América desde julio de 1936. Ello lo lleva a una valoración radicalmente nueva del potencial regenerador de esas colectividades y de la conveniencia de cultivar su adhesión. Después de que se frustrase en mayo de 1937 su posible nombramiento como embajador en la Argentina, Castelao expresó al Gobierno de la República su deseo de contribuir a la unidad antifascista de los gallegos y españoles residentes en la Argentina, encabezando una gira de propaganda que contrarrestase las misiones enviadas por la misma época por el Gobierno rebelde de Burgos.18 De este modo, Castelao revalorizará que en junio de 1936 se hubiesen adherido a la campaña pro-Estatuto de Autonomía de Galicia la mayoría de las entidades de emigrados gallegos de América, particularmente en el Río de la Plata. Y más tarde su conocimiento directo de las colectividades de emigrantes gallegos de casi toda América le llevará a ensalzar el nuevo papel de las mismas como sujeto colectivo para regenerar Galicia y la República. La nueva consideración positiva del papel de esas colectividades se complementaba con su particular valoración del exilio, con su cada vez más negativa percepción del exilio republicano español desde 1939, condicionada por los oscuros affaires de los fondos destinados por los emigrantes galaicos de América a la ayuda de los refugiados republicanos gallegos en Francia, desviados en buena parte por arpías maniobras de los círculos dirigentes del exilio republicano; por el lamentable espectáculo de la desunión lacerante entre los republicanos, abonado por las divisiones entre prietistas y negrinistas.
Para Castelao, los exiliados republicanos en su conjunto no estaban respondiendo a su deber como depositarios de la legitimidad y como herederos de los sacrificios de los combatientes y represaliados que quedaron en España y Galicia. Por el contrario, afirmará, en el exilio abundan los cadáveres políticos que sólo quieren volver a ser ministros, «Son os que perderon dúas Repúblicas e aínda están dispostos, se os deixaran, a perder a terceira»19.
El exilio gallego, la Galicia ideal porteña y el “Madrid mexicano”
Castelao era consciente de que el número de exiliados galaicos era relativamente reducido (entre 2.500 y 3.000), en relación con el contingente total de republicanos españoles,20 consecuencia de la rápida caída de Galicia en manos de los rebeldes. Y era igualmente consciente del escaso crédito de que Galicia como país gozaba entre los medios republicanos, que llegaban a veces a identificar a los gallegos de modo apriorístico con los combatientes franquistas. Para él en Galicia no se había salvado lo mejor del republicanismo, del galleguismo y de la izquierda, al contrario que en otras partes de la península. En junio de 1944 afirmará que los exiliados políticos gallegos residentes en Mexico «no son ciertamente la flor de nuestro pueblo, pues se trata de personas que en general residían fuera de Galicia y estaban enchufadas en cargos gubernativos (la flor del pueblo gallego no ha podido huir)»21. Sólo la fortuna había permitido que sobrevivieran algunos cientos de exiliados republicanos que él no consideraba, en conjunto, que fuesen una buena representación de la legitimidad autonómica y republicana de Galicia.
Por el contrario, la voluntad republicana y autonomista expresada por las colectividades gallegas de América, en primer lugar la de Buenos Aires, las convertía en un argumento adicional para basar la legitimidad de las reivindicaciones de Galicia, como nación (por su mayoritaria adhesión al Estatuto en 1936, y por la relativa fuerza del galleguismo en ellas) y como pilar de la defensa de la República. Era, además, la Galicia capaz de expresarse con libertad, libre del grillete franquista. La Galicia emigrada podía ser un referente de legitimidad mayor que los exiliados gallegos en su conjunto e, incluso, más efectivo que los diputados republicanos supervivientes reunidos en las Cortes, pues estos últimos sólo serían reflejo de la voluntad expresada en febrero de 1936. Los emigrados se convertían así en prolongación de Galicia, y en permanente expresión de su auténtica voluntad política, libremente manifestada. Incluso, en cierto modo, Castelao pasa a considerar ahora que los emigrados son la mejor parte de Galicia. Sobre todo cuando conoce Buenos Aires, el floreciente tejido societario galaico en la capital argentina, la multiplicación de peculiaridades locales en él reproducidas y la capacidad de llevar a cabo una obra colectiva.
Aunque Castelao será sensible a las diferencias estructurales y sociales existentes entre las diversas colectividades gallegas emigradas de América, para él el modelo a imitar son los gallegos de Buenos Aires. Despreciará el desdén que observa por parte de muchos exiliados hacia los por ellos denominados “antiguos residentes”, término este que Castelao jamás usa. El paradigma de esa división es México, donde impera la separación de esferas de sociabilidad entre exiliados y emigrantes españoles. De ahí que Castelao acostumbre a referirse a Mexico como «o Madrid mexicano», el nido de las intrigas de Indalecio Prieto y de los corifeos que transportan el cadáver de la República.22
Por el contrario, Castelao pasa a abrigar una creciente valoración positiva de los círculos y grupos galleguistas republicanos y (por lo menos por un tiempo) izquierdistas de los emigrados. Y prefiere apoyarse en ellos. El 95% de los gallegos residentes en el Río de la Plata, llegará a afirmar, serían republicanos y autonomistas, y ninguna de sus asociaciones mantendría relaciones con el Gobierno de Franco: «los gallegos del Plata pesarán decisivamente sobre nuestra Galicia futura», escribirá en enero de 1945.23
Es más, como recordará oportunamente más tarde, entre las primeras instituciones y organizaciones que mantuvieron íntegro el fuego sagrado del republicanismo en Buenos Aires estuvo la Federación de Sociedades Gallegas (FSG) desde su fundación en 1921, la cual habría republicanizado a la colectividad inmigrante galaica, había influido en la política gallega y, tras 1936, se habría convertido en un pilar fundamental de la causa republicana.24
En este sentido, Castelao pasa también a profesar una clara simpatía y a valorar a los emigrantes gallegos “de éxito” que se mantienen fieles a la República y se adhieren al ideal galleguista, comprometiendo sus posiciones y fortunas. Esa valoración es anterior al hecho, registrable desde 1942, de que pasase a depender económicamente de las contribuciones de algunos de esos emigrados de éxito, después que concluyese su trabajo en la editorial Atlántida. Ya antes de llegar a la Argentina Castelao deposita sus esperanzas en esos gallegos pudientes que pueden ayudar a la reconstrucción en América de instituciones culturales galleguistas como el Seminario de Estudos Galegos. Esa elite de emigrantes de éxito y más o menos comprometida con el ideal galleguista y republicano es lo que echa en falta en los EE.UU., país donde reside entre fines de 1938 y junio de 1940, y donde descubre la existencia de una colectividad entregada a la solidaridad con la República, pero compuesta mayoritariamente por marineros y obreros industriales, muy influidos por el anarquismo y el movimiento obrero norteamericano en general.25
Además de ello, Castelao responsabilizaba a la división en partidos que introducirían los exiliados de frustrar la unidad antifascista reinante hasta mediados de 1939, aleccionado por los enfrentamientos entre anarquistas y comunistas en el seno de las Sociedades Hispanas Confederadas y del Frente Popular Antifascista Gallego de Nueva York, en los que se vio mezclado indirectamente.
Disputas que dieron al traste con planes anteriores de Castelao, como la constitución y reforzamiento de una organización de ayuda a los gallegos refugiados creada en Barcelona durante la Guerra Civil, la canalización de fondos para la repatriación exclusiva de los refugiados gallegos en Francia o la reconstitución de una suerte de organización galleguista en América. Sólo su experiencia cubana fue diferente. Entre noviembre de 1938 y febrero de 1939 el líder galleguista participa activamente con su palabra y su pluma en la campaña a favor de la candidatura unitaria y pro-republicana en las elecciones parciales de la Asamblea de Apoderados del Centro Gallego de La Habana, celebradas en enero de 1939. El éxito republicano en esos comicios creó en Castelao una nueva fe en las posibilidades de movilización de la colectividad gallega con base en la unidad antifascista, republicana y autonomista, que dotase de nuevas elites dirigentes a las asociaciones de emigrantes gallegos. Así había sido el caso de la Hermandad Gallega constituida entre los socios pro-republicanos del Centro Gallego habanero. A posteriori, Castelao responsabilizará al «divisionismo partidista»,26 y entre otros a los grupos comunistas, de frustrar el clima de unidad, culpándoles de que los franquistas volviesen a reconquistar el Centro Gallego habanero en 1941.
La experiencia cubana le parecerá aplicable más tarde a Buenos Aires. Vuelto a EE. UU. le sorprende la derrota final de la República española en abril de 1939. No quiere quedarse en un país cuya lengua desconoce y donde se encontraba «aplastado, entristecido y cansado», pues «a mis años ya no lograría ser boxeador. Ni tengo valor para vender cocaína o importar chinos»27.
Con todo, y pese a que surge la posibilidad de refugiarse en Mexico, Castelao preferirá esperar a las arduas gestiones que llevan a la obtención de su permiso de ingreso en la Argentina. ¿Por qué? En México no hay colectividad gallega que lo acoja, ni grupo constituido del Partido Galeguista suficientemente operativo que le proporcione garantías. Buenos Aires era una opción mucho más atractiva: en julio de 1939 afirmaba: «Quizá me marche a Chile para esperar la entrada en la Argentina, con cuyo país sueño. […] Allá en la Argentina haría muchas cosas si me dejaran entrar»28.
No sólo se trataba del hecho de que la jefatura del Partido Galeguista (PG), al que Castelao pertenecía, hubiese recaído en el Grupo Galeguista de Buenos Aires desde que la Secretaría Ejecutiva se hubiese tenido que refugiar en Francia. O de que allí residiesen parte de sus amigos de juventud.
Castelao era consciente, ya desde al menos 1936-37, de la trascendencia política del hecho de que la ciudad más grande de Galicia fuese Buenos Aires,29 y que por lo tanto las posibilidades de movilización política de la colectividad gallega fuesen mucho mayores.
En el Río de la Plata era donde mejor se presentaba la estructura de oportunidades para su proyecto de actuación galleguista en América. Pues allí existía un ambiente más favorable que en otras partes de América para el influjo de los galleguistas en las colectividades de emigrantes.
Factores determinantes de ese ambiente eran la fundación de la Asociación Casa de Galicia, con el coro Ultreia y el antiguo Grupo Galeguista como secciones autónomas del mismo; la trayectoria de la FSG, si bien Castelao en esta etapa no calibra adecuadamente que no son los galleguistas quienes predominan dentro de ella; o el hecho de que desde octubre de 1938 el poderoso Centro Gallego estuviese en manos de una candidatura pro-republicana unitaria, bajo la presidencia de Xosé Neira Vidal y contando como secretario al galleguista Rodolfo Prada, aunque en las elecciones parciales de 1939 la antigua entente republicana había empezado a sufrir fisuras, que se irán ensanchando en los años cuarenta.
En consecuencia, su ida a Buenos Aires se le presentó como la posibilidad más razonable de lanzar su proyecto político de liderar la “Galicia ideal” americana, depositaria de la legitimidad republicana y autonomista mientras Galicia siguiese aplastada bajo la garra franquista.
Recién arribado a la capital argentina, Castelao hará uso estratégicamente de su pasado emigrante. Mientras atraviesa el Atlántico desde Nueva York rumbo al Sur, como bellamente expresa en los párrafos finales del libro II de Sempre en Galiza, rememora su primer viaje en 1895 hacia la Argentina, como emigrante, mientras ahora es «un refuxiado político a quen lle negaron toda carta de cidadanía»30; pero algún hada desconocida le lleva de nuevo a ese país. Aunque sigue creyendo que «a nosa emigración paréceme o erro máis terrible que cometeu Galiza»31, también intuye que es un fenómeno complejo, «un sarillo de moitos fíos»32. Pues en la voluntad de muchos emigrantes hay causas más poderosas que la pobreza. Causas que no sabe explicar, pero intuye que son de naturaleza metafísica, una suerte de alma viajera que expresa poéticamente en el continuo llegar de tribus pobladoras en el pasado a un Finis Terrae concebido como fin del mundo.33
Cuando desembarca en Buenos Aires, y pese a reconocer que no puede ocultar su condición de desterrado político, Castelao también quiere subrayar que es un exiliado diferente, pues «eiquí me criei i eiquí veño envellecer»34. En Buenos Aires se sentirá más cerca de su patria que en Madrid.
De ahí que afirme que «soio me sinto emigrante dendes que cheguei a este país»35. Y, de hecho, la entusiasta acogida dispensada a Castelao le hizo sentirse querido por la colectividad gallega, por lo menos durante un tiempo. La prensa galaica de Buenos Aires lo acogió fervorosamente y hasta incluyó la elaboración de un perfil psicológico del rianxeiro en el que se destacaba la identificación entre su yo y el yo colectivo del pueblo gallego.36
Lo mismo se puede decir de la mayoría de las entidades de la colectividad gallega de Buenos Aires y de otras ciudades argentinas, como Rosario, que le tributaron numerosos homenajes.
Paralelamente a esa actividad, Castelao asume su papel de líder del galleguismo político organizado. En primer lugar, intenta reorganizar las fuerzas del nacionalismo. Para ello, concibe el proyecto de la Irmandade Galega37, organización de orientación galleguista pero suprapartidaria, desechando propuestas que incidían más bien en reforzar la cohesión interna del Grupo Galeguista en Buenos Aires. Como fase siguiente de aquel proyecto suprapartidario, Castelao concibió la posible constitución de un comité o consejo representativo de la Galicia emigrada.
Con el nombre de Xunta de Galiza38, este comité habría de convertirse en depositario de los anhelos autonomistas y de la voluntad republicana del país. Una legitimidad que al no poder expresarse libremente el pueblo gallego, había de ser ostentada transitoriamente por los emigrados a través de sus dirigentes e instituciones representativas, mediante el nuevo organismo, que ejercería el derecho de iniciativa ante los Gobiernos vasco y catalán y ante el Gobierno republicano español, reuniendo a «todol-os galegos libres de América n-unha soia vontade patriótica, poñendo por riba das ambicións de partido o amor a Galiza e â sua liberdade».39
El proyecto, no obstante, fue arrinconado al concebirse y llevarse adelante un diseño institucional alternativo: la constitución de un organismo fideicomisario del pueblo gallego, cuya base de legitimidad serán los diputados gallegos a Cortes electos en febrero de 1936, y que debería ser capaz de equipararse a los Gobiernos catalán y vasco en el exilio, así como de actuar conjuntamente con ellos de cara a la reinstauración de una República federal en España. Así se llegará a la fundación del Consello de Galiza40 en octubre de 1944. Pero después de esto, y pese a arroparse en una institución cuya base de legitimidad son los diputados exiliados, Castelao no va a abandonar su consideración de la Galicia emigrada como fuente alternativa e, incluso, superior de legitimidad política. Cuando, tras su participación en las Cortes de la República en el exilio celebradas en México (octubre-noviembre de 1945), Castelao recupera algo del optimismo perdido para alcanzar una unidad gallega republicana en toda América, pero seguirá mostrando su preferencia por el modelo imperante en el Río de la Plata: la fórmula de la unidad suprapartidaria y galleguista, con mezcla de nuevos exiliados y viejos residentes.41
Concebía además su misión en términos más amplios que iban más allá de la mera estrategia política circunstancial de cara a la prevista caída del régimen franquista. Se trataba también de contribuir a la definitiva regalleguización de las colectividades gallegas de América, empezando por la del Río de la Plata, evitando que se confundiese con el conjunto de la colectividad española, como en parte había acaecido durante la Guerra Civil. En marzo de 1946, Castelao será explícito al respecto: fuera de algunos núcleos, antes de su llegada «Galiza non eisistía en América […] cando eu cheguei Nova York, Habana, Montevideo e cáseque todo Bos Aires era pura “españolada”, tanto nun bando como no outro, e no dos republicáns tiña un soio arcanxo: García Lorca»42. Salvar a las entidades gallegas del divisionismo partidista, a través de la Irmandade Galega como fórmula y de la agrupación de asociaciones gallegas en Centros Provinciales, suponía también aislarlas del “infierno” de la unidad española, cuyo fuego era avivado por los exiliados republicanos.
De no haber sido así, la emigración gallega en América estaría «apolillada, xa non pol-o hespañolismo unitarista, senón pol-o divisionismo partidista»43 llevado por los refugiados republicanos. Los emigrados, al contrario que los exiliados, no entenderían de partidos: su mundo eran las ideas generales y el patriotismo. En vez de enajenarse su voluntad, los exiliados galleguistas habrían hecho de las colectividades gallegas en América un pueblo con más conciencia nacional que la propia Galicia en 1936.44
La interpretación del político galleguista era claramente instrumental en su visión estratégica. Pero también es cierto que Castelao va a matizar en Buenos Aires algunas de sus ideas sobre la emigración y los emigrantes. Así, descubre a los “emigrados de éxito” comprometidos con su país de origen. Igualmente, procura en todo momento apoyarse en los antiguos emigrados, en quienes no sólo ve a emigrantes que partieron en búsqueda de un mundo mejor. También contempla en ellos, de algún modo, desterrados políticos, que habían huído de un injusto y clasista servicio militar. En 1945 recordará que los emigrantes podían ocupar el lugar de la inexistente burguesía galleguista en Galicia, proporcionando medios y fijando objetivos, sin sujetarse a la disciplina rígida del partido o partidos nacionalistas.45
Castelao considerará que su cometido es guiar el proceso de unificación de esfuerzos de la colectividad gallega por encima de las componendas y pactos de sus élites dirigentes. Pues la colectividad «aínda non é unha masa; é un amoado co que algúns fan filloas no tempo de eleicións»46. Pese a su desconfianza en muchos dirigentes de asociaciones, mantenía su fe inalterable en «nosos emigrados, que en conxunto trasuntan virtudes asombrosas»47.
Pues en ellos estaría la cordura, en los que «calan e traballan»48, y no en quienes «falan para interrumpir a obra dos demais»49, alusión probable a las polémicas mantenidas con Blanco Amor, una buena parte de la FSG, los dirigentes del Centro Gallego o los republicanos españoles exiliados en Buenos Aires y que tenían como portavoz España Republicana.50
En función de esa preferencia por la unificación de esfuerzos, Castelao verá con buenos ojos la reorganización de las asociaciones locales y comarcales de emigrantes gallegos en Centros Provinciales, auspiciada por los galleguistas, como una precisa coordinación de esfuerzos dispersos que lleven a la fundación de una o varias grandes entidades que no se centren en la labor mutualista, sino en la cultural y patriótica. Ello habría de servir además para garantizar el prestigio de la colectividad, de entrada ante la sociedad argentina, pero también ante la segunda generación de hijos de gallegos. El político rianxeiro alaba así la constitución del Centro Orensano, más tarde del Pontevedrés y del Lucense —no vivirá para asistir al nacimiento del Centro Coruñés.
Con todo, comienza a vislumbrar que los dirigentes del Centro Gallego no siempre están dispuestos a respetar el mayoritario sentimiento republicano de sus socios. Así tuvo ya oportunidad de apreciar en el otoño de 1941, después de episodios como la izada momentánea de la bandera bicolor española en esta institución. Y así se seguirá manifestando en las ocasionales disputas por banderas o aproximaciones circunstanciales y más o menos frecuentes a la embajada franquista. De ahí que, sobre todo desde comienzos de 1946 y ante el riesgo de que ganen las elecciones en el Centro Gallego los “apolíticos”, dispuestos en realidad a entenderse con la representación en la Argentina del régimen franquista, Castelao pase a propugnar abiertamente que los buenos republicanos y galleguistas conformen una nueva candidatura de unidad, como en 1938.
Castelao, con todo, tenía una Galicia ideal en la que apoyarse y refugiarse. De hecho, durante su etapa como ministro del Goberno de concentración republicano presidido por José Giral en París, entre julio de 1946 y enero de 1947, se sentirá aislado, sin apoyo organizativo, y sin el regazo de una colectividad significativa de emigrantes gallegos. Por el contrario, los “gallegos de Francia”, según reconocía el propio Castelao en abril de 1947, eran en su gran mayoría exiliados, fieles a la disciplina de los partidos republicanos y de izquierda, que estaban integrados en otras plataformas que lo ignoraron. El clima político del exilio republicano español en Francia, dirá en carta posterior a su primo Alfredo Somoza, era una suerte de metástasis del cáncer del «Madrid mexicano».51
Tras la crisis del Gobierno Giral, de la falta de reacción de la ONU y de las potencias occidentales ante el Gobierno de Franco, y ante la constatación de la continuidad de las divisiones partidistas en el exilio, que además ignoraban su concurso, incluidos los nacionalistas vascos, otrora admirados por el político gallego, a Castelao sólo le restaba volver a Buenos Aires y encontrar «a quentura dos vellos emigrantes»52, los únicos que le habían respaldado. Allí mantendrá encendido el fuego sagrado del galleguismo en espera de tiempos mejores, y procurará fomentar el desarrollo de la conciencia nacional entre los gallegos emigrados.53
Como el intelectual galleguista Ramón Otero Pedrayo dejó escrito, tras reencontrar a Castelao en Buenos Aires en agosto de 1947 —con motivo del viaje de aquél a la Argentina como invitado del Centro Gallego porteño—, de no estar en Galicia el rianxeiro sólo podía ser dichoso en Buenos Aires, donde podía escuchar por la calle todos los dialectos del idioma gallego. Pero no sólo era eso. En los emigrados seguiría estando viva la auténtica Galicia republicana. Como escribirá en septiembre de 1947, «a forza autonomista e republicán dos emigrados galegos de BBAA […] suma máis que todal-as forzas xuntas do republicanismo representado no actual Goberno [Albornoz]»54.
Ello pese a que el régimen imperante en la Argentina, el peronista, no ocultaba sus buenas relaciones diplomáticas con la dictadura franquista. Pero los exiliados gallegos ya desde 1944 disfrutaban de una libertad de movimientos relativamente amplia dentro del país para sus actividades públicas, sobre todo para reuniones, actos y conferencias, en parte por la indiferencia de las autoridades peronistas ante el accionar de refugiados que no se involucraban en la política interior del país.
De hecho, Castelao no alude en sus cartas de esta etapa al régimen peronista. Incluso, en diciembre de 1947 recomendará vivamente a su primo, el diputado republicano Alfredo Somoza, que se dirija a la Argentina y que no dé crédito a los «espellismos fabricados pol-a literatura, máis interesada que sinceira, dos republicanos»55. Una cosa sería el pueblo argentino, profundamente solidario con los republicanos, y otra el Gobierno peronista: «sempre será preferible vivir n-ún país onde o povo é amigo a vivir n-únha nación en que o amigo único é o goberno»56.
Castelao se sumergirá plena y febrilmente en la labor política galleguista del exilio a lo largo de la segunda mitad de 1947 y durante el año 1948, mientras las fuerzas —los primeros síntomas del cáncer que lo postró se manifestaron durante su estancia francesa— no le falten. Escribe artículos, mantiene un cierto control, no exento de fricciones, sobre la revista Galicia del Centro Gallego dirigida por Luis Seoane, pronuncia discursos…57 Pero el político rianxeiro aún tendrá tiempo de sufrir disgustos en su Galicia ideal. A pesar de seguir recibiendo homenajes de diversos centros y entidades, Castelao podrá asistir poco antes de su fallecimiento a dos fenómenos paralelos.
En primer lugar, el aumento de la conflictividad interna dentro de la Federación de Sociedades Gallegas entre 1948 y 1950, cuando tendrá lugar una fuerte competencia interna dentro de la FSG entre comunistas y “federales” republicanos. Esas desavenencias internas, además, comenzaron a tener reflejo en el seno de varias sociedades locales de emigrados.
Un segundo fenómeno era la lenta pero progresiva claudicación de las élites dirigentes del Centro Gallego ante las presiones de la Embajada franquista. Y, con ellas, de toda una capa de notables de la colectividad gallega más preocupados por su status social, por su reconocimiento ante la sociedad receptora y, de paso, por las autoridades diplomáticas del Estado franquista, que por la causa de la República y de los derechos colectivos de Galicia. El nuevo presidente del Centro Gallego desde 1947, José Villamarín, se aproximaba cada vez más al régimen imperante en España mediante diversos gestos simbólicos prodigados a su representación diplomática en Argentina.
Castelao arremeterá contra los dirigentes del Centro Gallego en duros términos en la última entrevista que concedió en vida, publicada en el periódico Opinión Gallega. Recordará en ella que la obra mutualista y asistencial del Centro había de completarse con una labor patriótico-cultural, y manifestará su desprecio por aquella “aristocracia emigrante” que no entendía el sentir de la masa emigrada.58 No obstante, la dura intervención de Castelao llegó demasiado tarde.
Una frustración más profunda, con todo, será el intuir cómo será el nuevo tipo de inmigrante que llegará al país tras la reanudación del flujo migratorio desde Galicia a partir de 1946. Será un emigrante muy diferente sociológica y políticamente del anterior. Socializado en los años de hambre y miedo de la posguerra, aquél era, en términos generales, menos activo política y sindicalmente, y más propenso a la sumisión ante las autoridades consulares franquistas. Castelao lo va expresar, amargamente, en su Mensaje como presidente del Consello de Galiza fechado el 28 de junio de 1949, uno de sus últimos textos, donde aludirá a la falta de ideales democráticos de la nueva ola de inmigrantes «que veñen a enriquecerse cos métodos correntes en Hespaña»59.
El espejo de la Galicia ideal parecía comenzar a quebrarse también para el Castelao de los postreros días. Y esa percepción prefiguraba de modo premonitorio lo que iban a ser las dificultades futuras del galleguismo para sobrevivir en el exilio. Aunque con la presidencia de Xabier Vázquez Iglesias en la primera mitad de la década de los cincuenta el Centro Gallego parecía volver al cauce republicano y galleguista, aquellas dificultades culminarían en 1966 con la pérdida de la institución a manos de la candidatura encabezada por el pro-franquista Ramón Mourente; con las divisiones dentro del galleguismo porteño a lo largo de la década de los cincuenta, y con la progresiva pérdida de influencia del galleguismo y del republicanismo en varios de los Centros Provinciales. Sólo permanecerá como un baluarte republicano, y no tanto del galleguismo, la Federación de Sociedades Gallegas, así como varias entidades locales. Pero Castelao no vivió para verlo.
Notas
1 – “Moura fartura”: negra hartura.
2 – Núñez Seixas, X. M., O galeguismo en América, 1879-1936, Sada-A Coruña: Eds. do Castro, 1992, e id., Emigrantes, caciques e indianos, Vigo: Eds. Xerais, 1998.
3 – “Irmandades da Fala”: Hermandades de la Lengua.
4 – Beramendi, J. G., «Estructura e evolución da ideoloxía política de Castelao», en id. y R. Villares (eds.), Actas Congreso Castelao, Santiago de Compostela: USC/Xunta de Galicia/Fundación Castelao, 1989, vol. I, 189-223; X. M. Monterroso Devesa, A emigración en Castelao, Montevideo: Patronato da Cultura Galega, 1987, y C. González Pérez (ed.), Cousas da Vida no Faro de Vigo (1926-1933) por Castelao, Santiago de Compostela: Fundación Castelao/Consello da Cultura Galega, 2001.
5 – «veñen probes entran de noite»”: “(cuando) llegan pobres entran de noche”.
6 – Caricatura publicada en Faro de Vigo, 10.4.1930, reproducida en González Pérez, Cousas, p. 66.
7 – “—Xa non hai América pra nós. ¿Qué imos facer agora?/ – Pois… traballar na nosa terra”: “- Ya no hay América para nosotros. ¿Qué vamos a hacer ahora? / – Pues… trabajar en nuestro país”.
8 – Castelao, A. R., Obra Completa (en adelante OC), Vigo: Galaxia, 2000, vol. I, 117-18.
9 – “O pai de Migueliño”: “El padre de Miguelito”.
10 – Discurso en las Cortes Constituyentes, 18.9.1931, reproducido en X. L. García (ed.), Castelao, Otero Pedrayo, Villar Ponte, Suárez Picallo. Discursos parlamentarios (1931-1933), Sada: Eds. do Castro, 1978, 95-110.
11 – «en potencial económico, en enerxía social, en pulo criacionista»: “en potencial económico, en energía social, en impulso creador”.
12 – Castelao, A. R., Sempre en Galiza [1944], libro III, XXXV, en OC, vol. 2, p. 511.
13 – Os dous de sempre [1934], capítulo XXXIX, en OC, vol. I, 389-91.
14 – OC, vol. I, 187-88.
15 – Castelao, A. R., Sempre en Galiza, Adro, III, en OC, vol. 2, p. 53.
16 – «No Día de Galicia de 1941», en OC, vol. 4, 453-57.
17 – Vid. las anotaciones de sus Cadernos de Francia, en OC, vol. 3, 630-35.
18 – Carta a subsecretario de propaganda del Ministerio de Estado, Barcelona, 28.3.1938 (OC, vol. 6, 278-81).
19 – Carta a los galleguistas del interior, 14.12.1944 (en OC, vol. 6, 471-88). «Son os que perderon duas Repúblicas e aínda están dispostos, se os deixaran, a perder a terceira»: “Son los que perdieron dos Repúblicas y todavía están dispuestos, si los dejaran , a perder la tercera”.
20 – Vid. sobre los contingentes estimados de republicanos exiliados españoles D. Schwarzstein, Entre Franco y Perón. Memoria e identidad del exilio republiano español en Argentina, Barcelona: Crítica, 2001, 83-84. Sobre los gallegos, cf. Compendio biobibliográfico dos exiliados galegos. Unha primeira achega, Santiago de Compostela: Consello da Cultura Galega, 2001.
21 – Vid. OC, vol. 6, 431-49.
22 – Carta a José Antonio Aguirre, 3.1.1945 (en OC, vol. 6, 489-502).
23 – Carta a Manuel Martínez-Risco, Buenos Aires, 23.1.1945 (en OC, vol. 6, 502-08).
24 – «Eloxio da Federación de Sociedades Galegas», Buenos Aires, octubre de 1948, en OC, vol. 4, 557-59.
25 – Carta a los galleguistas de Buenos Aires desde Nueva York, 11.12.1939 (en OC, vol. 6, 322-28).
26 – Carta a Germán Vidal Barreiro, Buenos Aires, 30.11.1944 (en OC, vol. 6, 463-66).
27 – Cartas a Luis Amado-Blanco, Nueva York, 6.3.1939 y 24.6.1939 (Archivo Amado-Blanco, La Habana).
28 – Carta a Luis Amado-Blanco, s.l. (tren camino de California), 12.7.1939 (Archivo Amado Blanco, La Habana).
29 – En 1914, se puede estimar que unos 150.000 gallegos vivían en la capital argentina. A Coruña tenía por la misma época unos 60.000 habitantes, y era la ciudad más grande de la Galicia europea con diferencia sobre Vigo, que apenas contaba unos 40.000.
30 – «un refuxiado político a quen lle negaron toda carta de cidadanía»: “un refugiado político a quien le negaron toda carta de ciudadanía”.
31 – «a nosa emigración paréceme o erro máis terribel que cometeu Galiza»: “nuestra emigración me parece el error más terrible que cometiera Galicia”.
32 – Sempre en Galiza, libro II, XXVI, en OC, vol. 2, 319-20. «un sarillo de moitos fíos»: “una madeja de muchos hilos”.
33 – Sempre en Galiza, libro II, XX, en OC, vol. 2, 296-97.
34 – «eiquí me criei i eiquí veño envellecer»: “aquí me crié y aquí vengo a envejecer”.-
35 – «Un saludo de Castelao a los gallegos de la Argentina», Galicia. Revista del Centro Gallego de Buenos Aires, 331 (agosto 1940), reproducido en OC, vol. 3, 197-98. «soio me sinto emigrante dendes que cheguei a este país»: “sólo me siento emigrante desde que llegué a este país”.
36 – Vid. J. Rodríguez, «Estudio Psicológico sobre un gallego de “Ley”. Alfonso R. Castelao», Galicia, 691, 7.9.1940, p. 15.
37 – Irmandade Galega: Hermandad Gallega.
38 – Xunta de Galiza: Junta de Galicia.
39 – Proyecto manuscrito de una Xunta de Galiza, sin fecha (ca. 1944). Fundación Penzol (Vigo) – Fondo Castelao (FP-FC). «todol-os galegos libres de América n-unha soia vontade patriótica, poñendo por riba das ambicións de partido o amor a Galiza e â sua liberdade»: “Todos los gallegos libres de América en una sola voluntad patriótica, colocando por encima de las ambiciones de partido el amor a Galicia y a su libertad”.
40 – Consello de Galiza: Consejo de Galicia.
41 – Informe del Consello de Galiza a las fuerzas democráticas del interior, Buenos Aires, diciembre de 1945, en OC, vol. 3, 345-94.
42 – «Galiza non eisistía en América […] cando eu cheguei Nova York, Habana, Montevideo e cáseque todo Bos Aires era pura “españolada”, tanto nun bando como no outro, e no dos republicáns tiña un soio arcanxo: García Lorca»: “Galicia no existía en América … cuando yo llegué Nueva York, La Habana, Montevideo y casi todo Buenos Aires era pura “españolada”, tanto en un bando como en el otro, y en el de los republicanos tenían un solo arcángel: García Lorca”.
43 – «apolillada, xa non pol-o hespañolismo unitarista, senón pol-o divisionismo partidista»: “apolillada, ya no por el españolismo unitarista, sino por el divisionismo partidista”.
44 – Carta a los galleguistas del interior, 31.3.1946, en OC, vol. 6, 593-614.
45 – «Unha carta esquecida», ANT, n. 438 (mayo 1945), en OC, vol. 3, 314-20.
46 – «Verbas de Chumbo», Ronsel, 1 (octubre 1941), en OC, vol. 3, 202-04. «aínda non é unha masa; é un amoado co que algúns fan filloas no tempo de eleicións»: “ahora no es una masa, es un amasijo con que algunos hacen filloas [panqueques, crêpes] en tiempos de elecciones”.
47 – «nosos emigrados, que en conxunto trasuntan virtudes asombrosas»: “nuestros emigrados, que en conjunto trasuntan virtudes asombrosas”.
48 – «calan e traballan»: “callan y trabajan”.-
49 – «falan para interrumpir a obra dos demais»: “hablan para interrumpir la obra de los demás”.
50 – Carta a Marcial Fernández, Buenos Aires, 30.1.1945, en OC, vol. 6, 511-19.
51 – Carta a Alfredo Somoza, Buenos Aires, 29.12.1947, en OC, vol. 6, pp. 684-89.
52 – «a quentura dos vellos emigrantes»: “el calor de los viejos emigrantes”.
53 – Carta a Rodolfo Prada, París, 18.4.1947, en OC, vol. 6, pp. 640-44; carta a J. A. Aguirre, París, 21.7.1947, en OC, vol. 6, pp. 648-49.
54 – Carta a Manuel Puente, Buenos Aires, 15.9.1947, en OC, vol. 6, pp. 651-53. «a forza autonomista e republicán dos emigrados galegos de BBAA […] suma máis que todal-as forzas xuntas do republicanismo representado no actual Goberno [Albornoz]»: “la fuerza autonomista y republicana de los emigrados gallegos en Buenos Aires … suma más que el total de las fuerzas juntas del republicanismo representadas en el actual Gobierno (Albornoz)”.
55 – «espellismos fabricados pol-a literatura, máis interesada que sinceira, dos republicanos»: “espejismos fabricados por la literatura, más interesada que sincera, de los republicanos”.
56 – Carta a Alfredo Somoza, Buenos Aires, 20.12.1947, en OC, vol. 6, 684-89. «sempre será preferible vivir nún país onde o povo é amigo a vivir n-únha nación en que o amigo único é o goberno» “siempre será preferible vivir en un país donde el pueblo es amigo, a vivir en una nación en la que el único amigo es el gobierno”.
57 – Carta a Alfredo Somoza, Buenos Aires, 20.9.1948, en OC, vol. 6, 719-29.
58 – «Acusacións de Castelao», reproducido en gallego en A Nosa Terra, n. 467, enero 1949.
59 – «Mensaxe do presidente do Consello de Galiza», A Nosa Terra, 469, julio 1949. «que veñen a enriquecerse cos métodos correntes en Hespaña»: “que vienen a enriquecerse con los métodos corrientes en España”.