de la República Argentina
“A cien años, para siempre Albino”
Exposición
Albino Fernández (1921 La Habana – 2014 Buenos Aires) fue pintor, grabador y editor.
Formado con Onofrio Pacenza, Anotonio Berni y Lino Spilimbergo ganó premios en salones nacionales y provinciales. Desde el 16 de octubre y hasta el 6 de noviembre expone óleos de la década de 1960 y de la serie Malvinas para celebrar los 100 años de su nacimiento, en el Centro Municipal de Arte de Avellaneda, sito en San Martín 797, Avellaneda, de lunes a a sábado con excepción de los miércoles en el horario de 10 a 19 horas.
Quién era Albino Fernández
Hijo de gallegos nacido en La Habana, Albino Fernández se nacionalizó argentino en los cincuenta. Para aquella época había participado del Centro Argentino de Grabadores Modernos, un colectivo fundamental en la modernización de un arte de cuatro siglos que resurgía en el mundo, con las nuevas posibilidades de impresiones masivas, y partía a Tucumán a compartir enseñanzas y cátedra con su maestro, Lino E. Spilimbergo.
Como registra Silvia Dolinko en “Arte Plural. El grabado entre la tradición y la experimentación” (Edhasa:2012), en 1955 su geométrica escena portuaria en el Salón de Grabado, Dibujos y Miniaturas merece una mención especial, y licenciado de sus cátedras del Instituto Argentino de Artes Gráficas, la Escuela Nacional de Artes Gráficas y la Escuela Nacional de Artes Visuales Manuel Belgrano – como estudiante tuvo de maestro a Antonio Berni y grabadores de los Artistas del Pueblo-, realiza un extenso recorrido por museos europeos en 1963 “Fui a París, allí estuve con Sonia Delauney”, recordaba en 1997 a la revista Nolyx, entrevista de Jerónimo Zamora, sobre su encuentro con la vanguardista pintora y diseñadora ucraniana, y agrega, “a ella les gustaron tanto mis grabados que enseguida habló con tres galerías, fuimos a la primera galería con la recomendación de Sonia, allí había Matisse , Picasso, y yo me sentí que no tenía que estar allí”, afirma con humildad este grabador presente en relevantes colecciones nacionales y del mundo.
De vuelta al país en 1965 es el alma máter del Club de la Estampa de Buenos Aires, inspirado en experiencias alemanas de tiradas populares de originales en xilografías. Son los años del llamado boom del grabado, cuando los 180 mil ejemplares de Martín Fierro ilustrado por Juan Carlos Castagnino eran comprados como hoy una app de celular, y la clase media, a precios módicos, podía llevarse una copia en serigrafía firmada por Berni o Luis Seoane, más requeridas que un electrodoméstico; en la bonanza económica y cultural de la presidencia Illia.
Si bien pensadas para socios-coleccionistas estas ediciones, diferentes a las más populares de la universitaria Eudeba, o las mismas experiencias uruguayas o brasileñas, las tiradas superaban los mil para los adherentes, comenzando con el rescate de Adolfo Bellocq, y su “Estela de la tierra” (1943), el último sobreviviente en los sesenta de los Artistas del Pueblo “La frase nos parece justa y el título honroso. Interpretar la conciencia del pueblo fue siempre nuestra más alta inspiración”, habría dicho en los treinta uno de sus fundadores, Facio Hebequer. También reeditado por el Club.
Y Albino fue el puente que ayudó a no olvidar la calidad gráfica de estos artistas en una serie de publicaciones que verían la luz en Albino y Asociados, Editores. Aída Carballo, Eduardo Audivert, Pompeyo Audivert, Mabel Rubli, Américo Balán, Sergio Sergi, Norberto Onofrio, Alfredo De Vicenzo, distintas generaciones, que integraban un cuidado catálogo, y que, además, participaban en las bienales internacionales que organizaba el Club. Buenos Aires, capital hispanoamericana del grabado, apalancado con el Gran Premio de Grabado y Dibujo de la XXXI Bienal Internacional de Arte de Venecia que en 1962 gana Berni presentando al mundo a Juanito Laguna.
Pese a las dificultades del Club y la editorial, que reunía artistas y público sin intermediarios, cuando a la clase media le interesaba más la cultura nacional que viajar sin parar, subsistió hasta mediados de los ochenta en diversas sedes, la última en la avenida José María Moreno. Una de las postreras grandes tiradas de la editora resultó en 1979 “Senos” de Ramón Gómez de la Serna, unos tres mil ejemplares de notable factura, con ilustraciones de Rebuffo, Seaone, José Manuel Moraña y Albino, y que hoy son piezas de colección.
Fallecido en 2014 Albino Fernández, en la entrevista a Zamora de la publicación del Boletín Informativo de Xylon, una agrupación de grabadores de mediados de los noventa, el grabador y gestor cultural comenta no sin cierta resignación, “Si bien no seguí haciendo exposiciones -mediados de los ochenta-, mandaba carpetas -de otros- al Interior, y a museos de afuera…nos compraban.
Lo último que hicimos -a nombre del ya mítico Club de la Estampa de Buenos Aires y su infaltable sello editorial- fue donar al Fondo Nacional de las Artes 520 carpetas. Nunca recibí una nota de agradecimiento. Doné también para el museo más austral del mundo en Ushuaia, a través del Fondo Nacional de las Artes. Doné carpetas al Museo Nacional del Grabado -pero- en el museo del grabado tienen todo empaquetado no lo exhiben, si alguien tiene que estudiar un grabador tiene que ir con un empleado recorriendo paquetes”, gráfica a treinta años de la situación que no varió, ahora el museo sin sede propia adecuada, empaquetado en un piso de la Casa Nacional del Bicentenario.
En 2021 los herederos de Albino se hallan abocados a la recuperación de los archivos del Club, que se encuentran en la casa-taller de artista en Caballito junto a la colección, archivo y biblioteca personal. Único en Latinoamérica, historia viva del grabado argentino y sus protagonistas.
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